Mi gente...mi pueblo...

Vivì en un mundo de pocos colores en el cual brillaban sonrisas enmarcadas en rostros cenicientos.

Viví en un mundo de caricias hoscas de manos castigadas por el frío, desgastadas por el tiempo pero llenas de ternura y de cariño.

Mi mundo era perfecto, era mi casa, era mi gente, me había hecho pueblo en el suyo había plantado allí mi bandera para quedarme con ellos.

Con esos rostros maltratados por los años, con esos cuerpos maltrechos por el hambre, con esas sonrisas desdentadas, con esos ojos llenos de tristeza que se atiborraban de un brillo cegador ante un abrazo, ante una caricia, ante una palabra, pueblo desolado y torturado y aquí discriminado.
Con esos brazos que apretaban con la fuerza de mil hombres, que no medían a la hora de dar amor, que no sabían de esplendores y ni de recompensas. Gente sencilla, más simple que lo simple, más nuestra que la nuestra, más patria que la mía, más mía que la de nadie.

Y hoy los recuerdo desde lejos, busco esos ojos, esa tez morena, esas manos callosas, esas sonrisas inquebrantables, ese acento a pueblo manso, esa gente que era mía, a mí pueblo boliviano.